2.18.2007

El dolor de un sacerdote

Hoy domingo 18 de febrero he visitado al padre Christoph. Me duele el alma por él y por nosotros, su comunidad y la Iglesia entera. Pero primero hablaremos de él. Sigue triste. Su mirada perdida como dirigida al cielo me hace pensar que habla ya con los ángeles y con Dios mismo. Pero El lo mantiene vivo porque necesita de su sufrimiento. Qué difícil entender los caminos de Dios!

Ya no está en Stuttgart. En el Katherinn Hospital han dicho que allá ya no le hacen nada más.Lo han transladado a Kirchheim y allí lo he visitado todos los días durante toda la semana. Ha sido un regalo maravilloso de Dios poder tener esta experiencia de contacto con el dolor y el sufrimiento de un hombre de Dios.En su rostro he visto a Jesús dolorosamente hermoso. Leo la Biblia, canto una canción a la Rosa Mística, le hablo en español a veces cuando las palabras en alemán me faltan y quiero decirle de mil formas que Jesús le ama, que no está solo, que la Virgen está con él.

Me siento agradecida con Dios por todas las Misas y las oraciones ofrecidas en tantos lugares del mundo por él. En Colombia, en Brasil, en Estados Unidos, en Irlanda, en España. Christoph, pequeñito de la Virgen: no estás solo.

Ayer conocí a su hermana. Una mujer polaca que con su esposo vienen desde otra ciudad para visitarlo. Están muy tristes y les he dicho que puedo encangarme de estar al tanto todos los días. También el encargado de la zona Pastoral, padre Paul Magino ha estado allí. Han estado de acuerdo. Pero hoy, al llegar de nuevo a visitarlo me han dado la noticia de que no debo volver a visitarlo. Qué injusto y doloroso es todo. Algunos miembros del consejo Parroquial consideran que no debo ir a visitarlo. Dios Santo. Qué podemos decir nosotros que nos decimos cristianos. Solo sé que tu dolor y tu sufrimiento es más grande y que mereces respeto, mucho respeto y mucho amor.